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«Como resultado de la intensificación de los controles marítimos a lo largo de las costas marroquíes y del África occidental, el número de embarcaciones que parten de Libia y Túnez con destino a los países del sur de Europa no deja de aumentar. […] Quienes consiguen alcanzar las costas europeas deben enfrentarse a nuevos peligros. Desde el inicio de la década de los 2000, los países situados en la frontera sur de Europa han venido instalando, bajo diversas denominaciones, centros de detención destinados a congregar a los migrantes que llegan a sus costas. […] En el caso de Italia, estos establecimientos se dividen en dos tipos: centros de «agrupamiento», por lo general situados en las islas fronterizas, y «centros de detención para la expulsión», instalados en el continente y adonde se envía a los migrantes interceptados en las proximidades de las islas. Esta tipología se aplica a los centros ubicados en las islas de Sicilia o Lampedusa (Italia), en los que los migrantes permanecen detenidos mientras se procede a su identificación. Después se les transfiere al continente, ya sea para su puesta en libertad como solicitantes de asilo o, como ocurre con mayor frecuencia, para ser enviados a otros campos, donde se quedarán un periodo más largo y con el objetivo último de su expulsión. No obstante, la multiplicación de los desembarcos en Sicilia y Lampedusa llevaron en enero de 2009 a las autoridades italianas a emplear el centro de primera acogida de exiliados de Lampedusa como «Centro de Identificación y Expulsión», cuya propia denominación ya indica con perfecta claridad su nueva función: la detención de personas con vistas a su salida de Italia. […] »

Extracto de MIGREUROP, Atlas des migrants en Europe. Géographie critique des politiques migratoires, Armand Colin, septiembre de 2009, pp. 82-83.