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Los Estados miembros de la Unión Europea emplean cada vez con más frecuencia el procedimiento de retorno «voluntario» para devolver a los migrantes a sus países de origen. Esta solución, que resulta barata y en ocasiones más rápida, se presenta además ante la opinión pública como una medida más humana que las devoluciones forzosas. Pero no deja de ser una forma más de ejecutar las expulsiones; sirva como muestra el hecho de durante varios años, Francia contabilizó estos retornos como devoluciones forzosas. En Austria, Bélgica, Francia, Irlanda y Portugal, los retornos «voluntarios» representaron en 2010 más de la mitad de las devoluciones de personas extranjeras en situación «irregular».